Se cumplen 30 años del Foro de Pekín: “Eskerrik asko, amona”, por Yolanda Lekuona

Yolanda Lekuona, responsable de Igualdad y Aprendizaje en Otalora, reflexiona sobre la influencia de personas cercanas y referentes en nuestras vidas, en una efeméride tan señalada como el 30 aniversario del Foro de Pekín.
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"Nire amonaren eskuak”, pintura realizada por la autora del artículo, Yolanda Lekuona, con 20 años.
15/09/2025

Este 15 de septiembre se cumplen 30 años del Foro de Pekín, aquel encuentro histórico en el que se definieron y aprobaron los derechos de las mujeres y las niñas. 

Al pensar en ello, mi mente lo ha enlazado con otro hito: la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada el 10 de diciembre de 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas en París.

Derechos humanos que, aunque proclamados como universales, a día de hoy, en 2025, siguen siendo negados en demasiados lugares. Y lo más inquietante: en algunos países donde parecían asentados, percibimos hoy un retroceso evidente.

Pero no quiero detenerme en esa constatación amarga, sino compartir una vivencia personal que me marcó relacionada con los derechos de las mujeres.

Derecho al voto

Cuando yo cumplí los 18 años adquirí el derecho a votar. Sin embargo, en las primeras elecciones a las que podía acudir, yo no fui. ¿Por qué? Pensaba que mi voto no tenía valor entre tantos votos y que la política, muy revuelta en aquellos tiempos, y, sobre todo, los políticos, no me generaban confianza. Era una especie de "¡para qué molestarse!".

Vivía con mis padres y abuelos maternos, y mi amona, que nunca solía intervenir ni interferir en mis decisiones, en esa ocasión mantuvo una conversación muy seria conmigo sobre el derecho a votar y, en especial, de las mujeres.

Lo que sabemos por los libros de historia es que "las mujeres en España obtuvieron el derecho al voto en 1931 con la Constitución de la Segunda República y lo ejercieron por primera vez en las elecciones municipales de 1933. Este hito democrático fue el resultado de un intenso debate parlamentario en el que destacó la diputada Clara Campoamor".

Yo ya conocía para entonces este pasaje de la historia y me había parecido importante, pero, confieso que a esa edad no había calado en mí su auténtico y profundo valor.

Lo que sí caló fue escuchar a mi amona. Ella me lo contó desde su vivencia. Me habló de lo que se sentía sin poder ejercer el derecho a voto, siendo ciudadana de segunda en un sistema democrático, de lo que costó lograrlo, de cómo fue para ella esa primera vez que fue a votar y las sucesivas ocasiones, y de lo que supuso la dictadura, el volver a perder ese derecho, de la fragilidad de los logros. Concluyó con rotundidad que, NUNCA DEJARA DE IR A VOTAR, por mucha pereza o desgana que tuviera o incluso desconfianza o decepción con el sistema democrático, con la política o los políticos.

Su relato vívido, su lucidez respecto del valor de los derechos que tenemos y su contundencia, lograron un cambio en mí que ha perdurado hasta hoy, 41 años después. Un legado que he transmitido a mis dos hijas, para que nunca olviden que lo logrado hay que apreciarlo, sostenerlo, e incluso defenderlo y volver a luchar por ello, si se pierde.

Como detalle imborrable, recuerdo que mi amona, incluso cuando ya no salía de casa y había dejado de ir a misa por su avanzada edad, salía única y exclusivamente para votar. Se ponía ropa elegante e iba ‘de peluquería’. Siempre hacía honor a un momento que para ella era de celebración y reconocimiento.

Mila esker

Hoy, al evocarla, siento un profundo agradecimiento por aquella conversación, por haber tenido la iniciativa de tenerla conmigo. Sé que no le resultó fácil llamarme la atención, ella que siempre me dejaba hacer y ser a mi manera.

Mila esker, bihotz-bihotzez!

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