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'Las empresas deben reforzar su competitividad no tecnológica'
El mundo de la economía y la empresa siempre se ha tenido que adaptar a situaciones de cambio y disrupción tecnológica. Pero posiblemente no a tanta velocidad como la que requieren los actuales tiempos, con el impacto pero también con las oportunidades que conllevan. Lander Beloki (Zaldibia, Gipuzkoa, 1971) cree que las empresas vascas están bien posicionadas en cuanto competitividad tecnológica. Pero cojean en las competencias directivas, aquellas relacionadas con el conocimiento del mercado, el liderazgo de los equipos o el desarrollo de propuestas de alto valor para el cliente. Aspecto este último que el decano de la Facultad de Empresariales de Mondragon Unibertsitatea subraya como vital para marcar diferencia en un entorno «hipercompetitivo». Por eso ha ayudado a crear el
-Mondragon Unibetsitatea ha creado una figura de 'coordinador de empresa' para dos de sus programas formativos. ¿Cuál será función?
Estamos en un contexto económico y empresarial muy exigente y altamente competitivo. La necesidad de actualización de competencias y conocimientos para los directivos es muy relevante. Las empresas invierten mucho en maquinaria, producto, diseño, e incluso en formación técnica, pero percibimos que hay unas carencias desde el punto de vista de competencias directivas más allá del ámbito tecnológico: hablamos de conocimiento, tanto del mercado como del cliente, liderazgo de equipos, desarrollo de propuestas de alto valor respecto a los clientes... Entendemos que hay muchos conceptos que hay que trabajar de una forma intensiva porque se juega la competitividad de las empresas. Y ahí surge la figura del coordinador de empresa. Es una figura del ámbito profesional que participa en los programas y hace que la dinámica de aprendizaje tenga mucha más relación con los retos reales de las empresas.
-¿Está la empresa en un momento crítico como pocas veces se ha visto en la historia reciente, por la velocidad a la que transcurre todo a su alrededor?
-Asistimos en tiempo real a una transformación radical del mundo de los negocios, de la economía y de la sociedad en general. Con todo el impacto, y también las oportunidades que genera la transformación digital. Las empresas se tienen que adaptar. Productos y servicios que estaban funcionando antaño hoy en día no sirven. Surgen nuevas oportunidades con nuevas necesidades, aplicaciones, utilidades... Si a ello le añadimos una aceleración en la globalización de las relaciones económicas a nivel mundial, hace que las reglas de juego de muchos mercados se estén alterando. Eso supone un reto muy importante para las empresas: repensar su modelo de negocio, ver realmente sus clientes qué quieren, qué necesitan, y qué les aporta valor. Y desde la clave de aportar valor a cliente. Hay algunas que están acertando, y otras lo ven más en clave de amenaza.
-¿Las pymes se encuentran más indefensas en ese escenario?
-Nos encontramos con todo tipo de pymes. Hay empresas grandes, y algunas muy conocidas además, que han cerrado por los cambios en el mercado que se han dado. Y pymes que aguantan muy bien. El tamaño es importante, pero no es definitivo desde el punto de vista de supervivencia de una empresa. Es más importante la propuesta de valor que tenga esa empresa, los clientes que tenga y qué grado de innovación incorpore en sus propuestas y servicios, cómo se anticipe a lo que el mercado va a necesitar.
-¿Cuál es la principal amenaza para las pymes vascas, el principal factor de vulnerabilidad?
Al final la clave es que los productos y servicios que tú ofreces a quien te los vaya a comprar realmente sean competitivos. Y ese interés hay que generarlo.
-Es el tema del tamaño y los recursos necesarios para competir a nivel global. Y luego es importante que las pymes tengan una orientación hacia la innovación de los productos, de los servicios, de las propuestas, para poder aportar más valor al cliente.
-A la hora de competir, crear valor añadido supone más esfuerzo que reducir costes vía salarial, que es lo que muchas veces se ha hecho.
-Exactamente. Nuestra apuesta debe ser un tejido de empresas de alto valor con productos y servicios de gran complejidad. Para eso necesitamos gente con talento y capacidades. A partir de ahí tendremos unos niveles salariales, bienestar y riqueza al que aspiramos. Si nuestro elemento principal de competitividad son precios bajos con salarios bajos eso nos lleva a una situación económica mucho peor. La apuesta debe ser innovación, talento y productos de alto valor.
-¿Observa reticencias en las pymes vascas a la hora de aliarse, fusionarse, o dejarse acompañar por inversores externos?
-Últimamente se están conociendo casos de pymes que tienen un plan de crecimiento importante y para eso recurren a entradas de capital del exterior. Pueden ser fondos de inversión, u otra serie de empresas. Siempre que el propósito de entrada de ese capital sea una apuesta a medio-largo plazo garantizando el arraigo, son operaciones muy interesantes, porque las empresas necesitan músculo. Aparte de capital, las grandes empresas o fondos pueden aportar la posibilidad de alianzas y redes comerciales. En algunos otros casos pudiera ser que la entrada de fondos sean apuestas más a corto plazo y más en clave especulativa. Eso puede poner en duda la continuidad de la propia empresa. Pero creo que la incorporación de capital y recursos externos es interesante para fortalecer a las empresas.
-¿Las empresas, sobre todo las más relacionadas con la Industria 4.0 tienen que entender que ya no sólo venden un producto, sino todo un servicio?
Si el cliente recibe más valor, no le importa tener en propiedad el producto, sino el servicio.
-En efecto, hay un movimiento relevante en el mundo industrial que va desde la venta de productos a la venta de servicios. Ello supone un planteamiento financiero distinto, una relación con el cliente diferente, y ese servicio debe responder a un planteamiento lo más integral posible de las necesidades del cliente. Eso afecta al diseño del producto, a su compra. Porque muchas veces no se compra, sino que hay un acuerdo financiero por el cual el cliente recibe el servicio pero el producto no es de su propiedad.
-¿Cómo se ha de imbricar esa filosofía en la organización de la empresa?¿Hay que crear una nueva figura en los organigramas?
-Sin duda. Deberíamos potenciar más la parte menos tecnológica, más de gestión de las empresas para adaptarse a la nueva realidad. Y eso requiere el desarrollo de nuevos conceptos de oferta, nuevos modelos de negocio, una aproximación distinta al cliente, una capacidad de diseño y experiencia hacia los clientes... Es decir, una serie de aspectos no tecnológicos relevantes, con unos altos grados de innovación. Subrayaría la necesidad de dar un impulso muy relevante a ese tipo de competencia. En Euskadi a nivel de tecnología, infraestructura e inversiones tecnológicas ha habido un avance relevante. Pero deberíamos dar también un salto importante desde el punto de vista de competencias directivas necesarias para que las empresas estén a la altura del reto.
-Recientemente un estudio hablaba de un cierto retroceso de Euskadi en el campo de la innovación. ¿Qué opina al respecto?
-Nos debe servir para reflexionar y ver en la parte de innovación qué estamos haciendo bien. Creo que hay muchas apuestas importantes desde el punto de vista tecnológico que están siendo muy necesarias para la industria vasca. Pero hay otros aspectos en clave no tecnológica, como desde el punto de vista de modelo de servicios, desde el punto de vista del talento, que son muy relevantes para la industria. La parte no tecnológica de la innovación necesita un impulso importante para estar a la altura de determinadas regiones de Europa.
-¿Cree que en Euskadi falta una cultura de la evaluación de las políticas públicas de apoyo a la empresa, por ejemplo en relación a las subvenciones de I+D?
-Hay un apoyo orientado a los sectores estratégicos y un sistema de evaluación de seguimiento. Creo que más que una carencia de evaluar lo que se viene haciendo, creo que debemos de complementar la política industrial, que tiene una orientación muy en clave de desarrollo de capacidades tecnológicas. Eso es muy relevante. Pero no es exclusivo. Hay que complementarlo con otra serie de competencias. Las empresas tienen que disponer de la mejor tecnología para sus productos y servicios, pero al mismo tiempo deben disponer de las mejores competencias no tecnológicas desde el punto de vista del liderazgo, del márketing, de modelos de negocio, de relaciones internacionales, etc. Es decir, hay una necesidad de reforzar la competitividad de las empresas desde lo no tecnológico.
-¿Le parece adecuada la política industrial del Gobierno vasco? Hay quienes critican que no entre en las empresas en apuros, pero sí en otras que no lo están pero que considera «estragéticas», como CAF.
-Es un tema complejo. Un rol fundamental de las administraciones públicas es tratar de orientar la política industrial y las políticas de las empresas hacia aquellos elementos que refuercen su competitividad. Y ahí se coloca la apuesta por la formación de profesionales, por la innovación, la tecnología. Para capacitar a las empresas y que dispongan de los elementos necesarios para poder competir y reforzar su proyecto. Ahí creo que el Gobierno vasco está siendo muy activo y los resultados están a la vista.
-Luego está el tema de preservar el arraigo...
Nuestro rol como universidad es tratar de ayudar a las empresas para tener una apuesta de valor competitiva, que tenga un espacio de mercado y posibilidades de crecer.
-Ahí se trata de buscar un equilibrio que no es fácil. Por una parte está la importancia de que las empresas sigan teniendo su sede social y su estructura aquí, y por tanto toda la industria o empresa de servicios que acompañe a esa empresa esté también relacionada con Euskadi. Pero hay sectores que necesitan aumentar el tamaño, y para eso requieren capital y la entrada de empresas internacionales. Está muy bien que se refuercen las empresas, tengan mayor tamaño y estén dentro de grandes grupos, pero sin que eso suponga la desaparición de su presencia en Euskadi. Y no es un equilibrio fácil. Ahí hace falta conocer muy bien las empresas que requieren. No vale la misma regla tampoco para todos los sectores.
-El emprendimiento en Euskadi está bajo mínimos. Todo el mundo quiere ser asalariado, trabajar para otros, y si se puede ir cambiando de empresa, mejor. ¿Cómo se arregla eso?
-El emprendimiento es una opción muy atractiva para la gente joven. Unos ven su futuro profesional en la plantilla de una empresa. Y otra gente se plantea montar nuevos negocios. Las empresas que hoy son buque insignia de Euskadi algún día algunos las pusieron en marcha. Necesitamos que la juventud se comprometa con el emprendimiento. Y en la universidad tenemos una propuesta formativa potente, con una visión internacional. Vamos generando competencias emprendedoras en gente joven para que sean capaces de montar empresas y generar riqueza en Euskadi.
-¿Qué papel juegan las universidades en todo este proceso de ganar competitividad y adaptarse a los nuevos tiempos?
-Junto a los centros tecnológicos somos elementos fundamentales a la hora de dar esas capacidades a las empresas. Al final la gente cualificada de las empresas surge del mundo universitario, y los centros tecnológicos aportan conocimiento, gente capacitada, y soluciones desde el punto de vista de la transferencia. En el caso de Mondragon Unibertsitatea, está dentro de nuestra propia misión.
Entrevista publicada en: El Correo (15 de julio de 2019)