Montxo Armendáriz recibe el premio Eusko Ikaskuntza-Laboral Kutxa

El cineasta navarro Montxo Armendáriz ha recordado "la importancia del cine como vehículo de comunicación y expresión humana".
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26/10/2017

El director de cine Montxo Armendáriz ha recibido este pasado martes en Pamplona el Premio Eusko Ikaskuntza-Caja Laboral al currículum más destacado de Euskal Herria en las áreas de Humanidades, Cultura, Artes y Ciencias Sociales. 

Montxo Armendariz-Premio

Armendariz dijo sentirse «muy honrado» por el premio. «Sobre todo, porque, más allá del reconocimiento que pueda suponer hacia mi labor profesional, entiendo que con este galardón se reconoce la importancia del medio cinematográfico como vehículo de comunicación y expresión humana»

La entrega del premio se ha llevado a cabo en el palacio del Condestable, en la Parte Vieja de Pamplona. El acto ha estado presidido por el lehendakari de Eusko Ikaskuntza, Iñaki Dorronsoro, y el presidente de Laboral Kutxa, Txomin García, que estaban acompañados en la mesa por el lehendakari Urkullu y la presidenta navarra Uxue Barkos.

Armendáriz toma el relevo de los galardonados anteriormente: Javier Echeverría Ezponda (2016), Juan José Álvarez Rubio (2015), Mariasun Landa y Jean-Baptiste Orpustan (2014) y Mari Carmen Gallastegui y Francisco Etxeberria (2013). El premio nació en 1995, y entonces se le concedió a Julio Caro Baroja.

Hay que recordar que en el jurado del galardón figuran representantes de todas las universidades -públicas y privadas- de los dos lados del Bidasoa. En la jornada de este martes tomaron la palabra Vicente Atxa (rector de Mondragón Unibertsitatea); Iñaki Esparza (director de UNED Bergara); Alfonso Carlosena (rector de la Universidad Pública de Navarra); Iciar Astiasarán (vicerrectora de Investigación de la Universidad de Navarra); José María Guibert (rector de la Universidad de Deusto) y Jon Zarate (vicerrector de Euskera y Formación Continua de la Universidad del País Vasco).

Resumen de una vida

Montxo Armendariz-Premio

El homenajeado ofreció muchos datos autobiográficos. Cuando apenas tenía diez años, «esperaba con ansiedad que llegara el domingo para que mi madre me diera la paga de la semana y corría a encerrarme en las sesiones continuas con programa doble, que proyectaban en el cine de la Txantrea, el barrio donde vivía con mis padres. En cuanto apagaban las luces, desconectaba del mundo real y me sumergía en el que mostraba la pantalla, para mí tan real como el anterior, pero mucho más sugerente, misterioso y desconocido. Porque en aquellos momentos, mi mundo quedaba reducido a las cuatro calles del barrio y a los amigos del colegio. Y el cine era una válvula de escape».

Cuando cumplió 14 años, se armó de valor y un día comentó en casa que quería estudiar cine. «Estábamos cenando en la cocina. Se creó un silencio incómodo, extraño. Mi madre le hizo un gesto a mi padre y le dijo: ‘vamos a tener que llevarlo a la casa del tejao colorao’». La madre se refería al psiquiátrico, que estaba cerca, y era llamado así por las enormes tejas rojas.

En casa de Montxo no había posibilidades económicas y le hicieron ver que sería mejor estudiar formación profesional. Así lo hizo, de buen grado. Eligió la rama de electrónica y acabó los estudios en 1968. A partir de ahí trabajó como profesor de varios centros de formación profesional.

También se encargó de la instalación y mantenimiento de equipos de electromedicina en distintos centros hospitalarios; diseñé el proceso de automatización de varias granjas; y también colaboré en el desarrollo de las primeras máquinas tragaperras. Mientras, seguía viendo mucho cine y devorando revistas.

Al poco de morir Franco compró una máquina de super 8 y salió a filmar todo lo que veía en la calle, influenciado por el neorrealismo y el free cinema. Montaba las imágenes artesanalmente y las proyectaba en el Centro Auzotegui del barrio de la Txantrea o en casas de los amigos. En 1979 se propuso hacer un cortometraje de formato profesional, y para ello formó una cooperativa con un grupo de familiares y amigos del barrio. Pidió ayuda a los únicos profesionales que conocía, Javier Aguirresatrobe y Fernando Larruquert. Así nacio ‘Barregarriaren dantza’, su primer filmaciñon seria, que recibió varios premios. Y en 1984 realizó el largometraje ‘Tasio’, que sería su gran trampolín.

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