
La bandera cooperativista
Es conocido que la bandera arcoíris ha sido el emblema cooperativo desde 1924 hasta 2013. Unos años antes, en 1921, los líderes cooperativos reunidos en el Congreso Cooperativo Internacional en Basilea (Suiza) plantearon la necesidad de diseñar unos símbolos para identificar y representar los valores comunes e ideales compartidos por las cooperativas. Luego de algunas pruebas con diferentes diseños, un cooperador francés, Charles Gide, propuso usar los siete colores en la bandera arcoíris, con la idea de que arcoíris simbolizaba "unidad en la diversidad". La primera bandera arcoíris cooperativa fue oficialmente adoptada como símbolo del movimiento cooperativo por la Alianza Cooperativa Internacional, ACI, en 1925.

Quizá no es tan conocido el significado de esta bandera. Es muy significativa la interpretación que da la ACI en su web del significado de sus siete colores:
- Rojo: representa el coraje. Tiene que ver con el fuego para impulsar un marco global de igualdad y de democracia.
- Naranja: ofrece la visión de las posibilidades. Hace referencia al nivel de desarrollo posible y alcanzado en ámbitos como consumo, agricultura, ahorro, vivienda... La ACI da la cifra de 800 millones de cooperativistas en 88 países.
- Amarillo: es el color del sol, la luz y el calor. Representa el desafío de que "ha prendido" el mensaje de avances hacia un mundo de cooperación, y hay que aprovecharlo.
- Verde: representa el desafío del crecimiento. La voluntad de los cooperadores de luchar por el crecimiento de la participación y por la extensión del conocimiento de los fines y valores de la cooperación.
- Azul celeste: representa objetivos ambiciosos, en concreto la necesidad de facilitarles educación y ayuda a las personas menos afortunadas y de avanzar hacia una humanidad unida y solidaria.
- Azul: implica inconformismo y apuesta por los necesitados, aunque la traducción literal de la expresión que recoge ACI es pesimismo, un término difícil de interpretar; en todo caso, es un recordatorio permanente de que existen personas menos afortunadas que nosotros y nosotras, y que tienen necesidades que podrían ser cubiertas aprovechando los beneficios de la cooperación.
- Violeta: es el color del calor humano, la belleza y la amistad.
Estos significados sin duda refuerzan el carácter global del cooperativismo y su compromiso con el avance de la sociedad cercana, pero también con el del conjunto de la humanidad. Un buen reflejo de los Principios Cooperativos.
Sin embargo, de forma progresiva, la ACI ha ido aceptando olvidar la bandera arcoíris ante el confusionismo generado por su identificación con el movimiento LGTBI+. Recordemos que fue en 1978, 50 años después de la adopción por la ACI, cuando este movimiento empezó a identificarse con una bandera arcoíris, inicialmente de ocho colores y luego de seis (rojo, naranja, amarillo, verde, azul, morado) casi coincidentes con los colores cooperativistas.

Una bandera sin banderizos
Supongo que a los representantes de las cooperativas en la ACI no les haría ninguna gracia tener que cambiar su símbolo por el actual azul con las letras de COOP. Pero lo cierto es que, desde otro punto de vista, dar el paso de ceder su uso sin luchas de banderizos y enfrentamientos inacabables podemos interpretarla como una aportación del cooperativismo a la colaboración con otros movimientos sociales emergentes.
En la misma dirección de sintonía del movimiento cooperativista con otros movimientos sociales, aporto una anécdota personal. Es evidente que, en nuestro caso, los orígenes de la Experiencia Cooperativa de Mondragón, como la denominaba don José María Arizmendiarrieta, parte de un humanismo con fuertes raíces cristianas en un entorno proclive al "auzolan" y a la ayuda mutua y la solidaridad. Pero en otras geografías la relación con diferentes movimientos sociales ha sido también muy estrecha.
Cuando estuve en Rochdale, el origen del cooperativismo moderno, hace ya muchos años, aproveché para visitar el entonces llamado National Museum of Labour History en Manchester, que podríamos traducir como el museo de la historia del movimiento obrero británico. Hoy ha cambiado su nombre por el de People’s History Museum, y se presenta como el museo de la democracia. Inició sus fondos museísticos recogiendo materiales sobre las primeras campañas en defensa de los derechos de los trabajadores.
En una de sus salas tenía unos gráficos muy interesantes detallando quiénes fueron las personas que habían impulsado los distintos movimientos sociales en defensa de los derechos de los trabajadores, y la conclusión era muy evidente: los protagonistas de todos ellos estaban muy interrelacionados, de modo que si el padre era unos de los "pioneros" del cooperativismo buscando reaccionar ante la carestía y la adulteración de los alimentos, un hijo era uno de los impulsores del partido laborista, otro estaba impulsando la constitución de un sindicato para defensa de los obreros, y otra de la familia era una de las primeras sufragistas, las antecesoras de las feministas modernas.
El uso de la bandera cooperativista por el movimiento LGTBI+, lo mismo que esta anécdota de la interrelación entre los promotores y promotoras de todos estos movimientos para defensa de los derechos humanos, ilustran el hecho de que los valores que se viven en las cooperativas coinciden y abonan el avance en otros elementos de humanización de la sociedad. En palabras de don Jose María, el objetivo es "mejorar la empresa para mejorar la sociedad" de modo que la idea de intercooperación y apoyo mutuo que tan importante ha sido para el éxito de la Experiencia Cooperativa de Mondragón se extiende también al apoyo de iniciativas para la búsqueda de la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, la inclusión de los diferentes, la educación permanente de los trabajadores, incluso la solidaridad con personas vulnerables o el impulso de iniciativas de humanización de las reglas de juego y la participación de las personas trabajadoras en empresas que no tienen la forma jurídica de cooperativas. Ninguna de estas iniciativas es ajena al cambio de paradigma que supone pasar de la confrontación a la cooperación. Algo especialmente urgente en los momentos convulsos que estamos viviendo a todos los niveles.