“Para ser emprendedor, importa mucho más la resiliencia que tener talento”

Consejos del mayor especialista en desarrollo personal para mejorar la mentalidad emprendedora.
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15/04/2020

Con Mario Alonso Puig cada minuto de conversación vale su peso en oro. En la sesión de fotos previa a la entrevista ya aprovechó para explicarnos (maqueta del cerebro en mano) por qué es perjudicial leer en la pantalla de nuestros móviles antes de ir a la cama... Nuestro cerebro cree que aún es de día. [También puedes oír un podcast con una entrevista con Mario Alonso Puig, pinchando aquí]

Este cirujano del aparato digestivo ha logrado un enorme prestigio internacional como autor y conferenciante en desarrollo personal gracias a la base científica de todo lo que dice. El lanzamiento de su libro Tus Tres Superpoderes nos sirve de excusa para conocer mucho mejor las emociones del emprendedor. Y lo que es mucho más importante: cómo gestionarlas.

Tu trayectoria en el mundo del desarrollo personal y el funcionamiento emocional de las personas nos anima a explorar contigo la mente emprendedora. Los emprendedores deben gestionar dos fuerzas aparentemente opuestas: la ilusión y el miedo...

Creo que el elemento que va a predominar siempre en el proceso es la ilusión. El miedo es nuestro compañero de viaje de por vida. La clave está en saber qué papel juega el miedo en nuestras vidas. Si es la emoción que nos domina, se convierte en pánico y es capaz de bloquear. Cuando una persona quiere emprender como una forma más o menos sutil de huida, entonces el miedo toma el papel predominante. Lo que mantiene viva la ilusión en el duro camino de crear una empresa es un verdadero sentido del propósito. Estar centrado en algo que ayude no sólo a uno mismo como emprendedor, sino a muchas otras personas: todo tiene que tener un sentido trascendental.

Muchos emprendedores nos dicen que el dinero es la consecuencia, no la causa de su proyecto.

Totalmente de acuerdo. Cuando la línea directriz de nuestra vida es el poder, la fama y el dinero, el miedo va a estar siempre presente. Cuando es crecimiento, mejora y contribución, la ilusión va a ser la protagonista.

Hay personas que emprenden porque creen que es la única salida que tienen...
Uno se sale de su zona de confort solo por dos razones: por desesperación o por inspiración. Hay personas que no encuentran trabajo y deciden emprender y por supuesto que a partir de ahí pueden tener la energía como para montar algo que dé un sentido a su vida y les haga sentirse valiosos y por supuesto que pueden generar cosas de valor. No olvidemos que algunos de los emprendedores más reconocidos a nivel mundial lo han sido pasados los cincuenta años. No me cabe ninguna duda de que tiene muchas más opciones aquella persona que ante una situación compleja se decide a emprender y toma la responsabilidad sobre su vida frente al que se dedica a culpar a los demás y amargar su propia existencia.

¿Qué efecto tiene esto en ellos mismos?

Quien se dedica a culpar a los demás perjudica su salud físicamente, perjudica sus relaciones y suele convertirse en una persona amargada, mientras que la persona que emprende tendrá más opciones. Como decía Elisabeth Kubler Ross, la máxima experta en tanatología en el mundo y que acompañaba a moribundos, al final las personas nos arrepentimos mucho más de lo que hemos dejado de hacer que de lo que hemos hecho. Ese emprendedor, que quizá emprende por necesidad y no tiene éxito siempre sabrá que lo intentó, mientras que aquella persona que ni siquiera lo intenta siempre se lamentará, porque nunca sabrá lo que habría pasado si lo hubiera intentado. Entre las dos opciones, me parece mucho mejor emprender. Además, con los cambios tan profundos que están ocurriendo en el mundo empresarial, tener mentalidad emprendedora va a ser un elemento clave.

He estado en muchos foros de predicción del trabajo futuro y vamos a un mundo donde a las personas se las contratará por proyectos. El empleo estable está desapareciendo. Más que empleos va a haber trabajos y dependerán mucho del perfil de cada uno: hoy sabemos que una persona ilusionada y con ganas es una persona que se puede reinventar, independientemente de su edad.

 Emprender es una decisión de calado, pero ¿No hay cierto tremendismo alrededor? ¿No se suele pensar que toda decisión es más irreversible de lo que es en realidad?

Eso se debe a una inclinación de la mente que se conoce como catastrofismo y está basada fundamentalmente en tres elementos. Primero: cuando nos decimos que este error me perseguirá de por vida. Segundo: cuando nos decimos que este error afectara a todas las áreas de mi vida. Tercero: cuando pensamos que este fracaso refleja claramente mi incapacidad para triunfar.

Observemos el increíble poder limitador de un proceso que está completamente en contradicción con la realidad. El fracaso no revela que tú seas un fracasado; revela, sencillamente, que algo no ha salido bien. Es como una herida en un brazo; se cicatrizará salvo que todo el día estemos tocando con el dedo para mantenerla abierta. No es la herida, no es el error, lo que se ha perpetuado en el tiempo, es tu obsesión por estar recordando, reviviendo constantemente errores. O peor aún, identificando ese error con tu vida entera, con tus relaciones, lo que te limita al máximo.

¿Esto es consecuencia directa de nuestro modo de pensar?
Yo creo que solo hay un error, que es el error de no aprender del error. Si aprendo, ya no lo puedo llamar fracaso. El equilibrio solo es posible si equilibras tu cuerpo, tu mente y tu alma. Si una persona no cuida ni el tiempo que duerme, ni lo que come, ni el ejercicio que hace, estará desequilibrada y eso afectará a sus procesos mentales y a sus procesos anímicos, a su sensación de bienestar y directamente a su sistema inmune. Se hará daño al cuerpo si no tiene un sentido de propósito y se centra sólo en sí mismo. Sus procesos mentales se afectarán: siempre estará a la defensiva, no podrá soportar que haya alguien más brillante en algo y no podrá rodearse de gente válida. Todo el mundo le dirá que es el más listo, el mejor y el más divertido... y vivirá en una cúpula de cristal hasta que reviente. Se sabe que el estrés elevado aumenta el nivel de radicales libres que son los responsables de las mutaciones y del envejecimiento.

Hay que buscar un equilibrio. Por supuesto que habrá momentos de desequilibrio, pero hay que aplicar la resiliencia para recuperarlo. Un emprendedor que no tenga resiliencia considerará devastador cualquier error o dificultad. No va a pensar con claridad, ni va a atraer a la gente adecuada, ni va a ser una líder que sume fuerzas. Así no podrá funcionar. La resiliencia, que es la resistencia a ser deformados, la capacidad para volver a nuestro ser, es fundamental para emprender.

Sin embargo, en la labor del emprendedor sí hay situaciones objetivamente negativas: pérdidas económicas, despidos, conflictos... ¿Cómo aplica aquí la resiliencia? ¿Cuánto afecta el ego?

San Juan tiene una frase que dice ‘la verdad os hará libres’, pero casi nadie quiere saber la verdad. Porque para ser libre, primero uno tiene que ver el aspecto feo que hay en su propia vida. Para que tú puedas disfrutar de una casa, primero tienes que encontrar la suciedad para poder limpiarla y eso no es agradable. El precio de la libertad es la eterna vigilancia. Es ser consciente de cómo estás por dentro en cada momento. El emprendedor tiene que conocer su punto de partida y por eso tiene que estar abierto a que le den feedback, aunque no le guste y le digan lo que no está viendo, aquello en lo que está ciego. Al emprendedor hay que añadirle dos dimensiones que a veces no se están considerando: el emprendedor ha de ser empresario y también debe ser líder. Una cuestión es que tengas una idea y otra es que esta se sostenga.

Escuchar es un valor, ¿verdad?

Exacto. Si tú no te abres a que los demás te digan cómo te ven, a que te ayuden a darte cuenta de tu situación real, no vas a poder liderar equipos. Si no eres percibido como alguien cercano, las personas no te van a decir la verdad y si no eres firme cuando has de serlo tampoco lograrás liderar. El secreto es ser amable con las personas y duro con las conductas. Hay que decir ‘no’ y señalar que esa conducta no se puede volver a repetir, porque si se repite, esa persona no tiene sitio en este equipo.

Por eso emprender, para mí, es camino del héroe, el camino de la heroína. No sólo se te pide una idea y una ilusión que llevar a cabo, se pide que tengas también una formación y una actitud de empresario o que te dejes asesorar por personas con esa formación y además que tengas vocación de líder. Cuando hablamos de líder no estamos hablando de un culto a la vanidad, sino de un culto al servicio. Si emprendes por vanidad vas a rodearte de los más tarugos que encuentres, a veces incluso sin darte cuenta. El culto al servicio es un culto al proyecto: buscarás a los mejores.

¿En cuánto influye la idea de negocio en el resultado empresarial según tu óptica?
Yo creo que muchas empresas fallan no porque la idea no sea buena, sino porque no se tiene una mentalidad de empresario ni capacidades de liderazgo. Si observas la capacidad y actitud del equipo, ya casi no tienes que evaluar al emprendedor. El equipo retrata al emprendedor. En un mundo como el actual, quien quiera liderar con mano de hierro tiene muy pocas posibilidades de éxito.

Una de las principales causas de fracaso es realizar mal el estudio de mercado. Incluso hay quien se lanza solo por ilusión sin contrastar nada la idea. ¿La ilusión vence a la razón?

Y en realidad, muchos negocios de éxito no son invenciones, son adaptaciones de lo existente...

Efectivamente. En esos casos, se trata de pensar con humildad qué le puedo añadir, que puedo quitar y con qué puedo compensar las desventajas de un producto o servicio determinado.

¿El tesón qué valor tiene?

La clave es saber diferenciar la determinación y el compromiso de la cabezonería. Las personas que han alzado grandes logros, normalmente han tenido muchos fracasos. Han sido capaces de levantarse una vez más de las que se han caído. Para emprender, la resiliencia es más importante que el propio talento. Pero hay que tener cuidado: cuando metemos el ego, se convierte en cabezonería. Si te dices “esto sale por mis narices” pierdes la perspectiva. Dejas de pensar en el proyecto y piensas en ti mismo y eso impacta siempre en el resultado.

¿Tendemos a engañarnos a nosotros mismos?

El emprendedor, como todo ser humano, tiene que entender que el mundo real es mucho más benévolo que el mundo mental, que tu verdadero aliado es el mundo real. Cuando una persona está dispuesta a conectar con la realidad está haciendo un ejercicio enorme de apertura mental: deja de juzgar el medio externo como inadecuado queriéndolo cambiar y empieza a explorar el medio externo para poderlo entender. Esa apertura, ese deseo de conocer, de preguntar, de escuchar y de analizar es la clave de todo, porque quizá te revele que tu proyecto no va a tener éxito y sin embargo, te puede abrir proyectos que a lo mejor ni se te habían pasado por la cabeza. El gran problema surge cuando el emprendedor está tan obsesionado con una idea, que no es una preferencia que salga adelante, es un apego. Si el apego es muy fuerte, puede más que el mundo real porque la persona se identifica con eso a lo que está apegado y si esto no sale adelante, su vida no tiene sentido.

¿Puede llegar a ser patológico?

Muchas de las emociones disfuncionales que puede experimentar un emprendedor nacen de un apego excesivo a su idea. Hay quien no quiere ni siquiera contemplar nada que pueda discutirla. Y cuidado con esto, ya que la mente llega a tener tal dominio sobre la persona que al final crea un mundo virtual que uno vive como real. Ocurre a veces con los equipos de trabajo. Están tan apegados al resultado que no disfrutan del proceso y, si no disfrutan del proceso, es muy difícil lograr el resultado.

Emprender es un proceso marcado por la incertidumbre y por la complejidad. La persona tiene que estar rodeada por un grupo que comparta su ilusión y su proceso. El emprendedor le va a dedicar una enorme intensidad a su proyecto y si no es compartido con su núcleo familiar, inevitablemente la relación de pareja y familiar se resentirá. No creo que el emprendedor tenga que pagar como peaje su salud o las relaciones con sus seres más queridos.

Sin embargo, entre los emprendedores está bien visto trabajar exageradamente. Si solo le dedicas a tu empresa ocho horas al día, pareces un emprendedor de segunda división.

 Cuando hablamos de que la única manera de sacar los proyectos adelante es metiéndole una intensidad inhumana, yo me remitiría a la biología. Concretamente, los investigadores de Harvard Yerkes Rotson, demostraron que pasado un nivel de presión, la eficiencia baja radicalmente. El cerebro, cada 90 a 120 minutos necesita un descanso. Aquellos emprendedores que no se dan descanso, que duermen poco, se acaban acostumbrando a un nivel de eficiencia que creen que es el suyo, pero que es menor que el suyo.

Esto es la revolución pendiente para cualquier trabajador. ¿No es cierto?
Desde luego. Imponemos dogmas y doctrinas desde la ignorancia, el trabajo intenso es un mito. La ciencia seria señala que hay que hacer periodos de descanso. Si no los hacemos, la eficiencia cerebral baja, mueren neuronas del aprendizaje y de la memoria. El estrés crónico es una epidemia y está matando a la gente.

¿Las emociones tienen un sentido? ¿Son útiles para nuestra vida? ¿Lo son también para nuestro organismo?
Lo crítico es qué interpretación hacemos de nuestras emociones. Por ejemplo, si nos diagnostican una enfermedad grave y nos ponemos a analizar el porqué de la misma, es fácil obsesionarse y sentir culpa: debería haber comido mejor, tenía que haber ido al médico antes, etc. Sin embargo, si nos preguntamos para qué nos está pasando esto, las respuestas cambian radicalmente. Respondemos generalmente que para valorar la vida y a quienes queremos. Así construyes hacia el futuro.

 Los emprendedores suelen ser generosos y confiados. Son personas que escuchan y que se ayudan entre ellos...
Las personas que entrevistáis en Emprendedores son personas exitosas, muchas de ellas por sus logros, pero todas por su mentalidad. Uno de los factores claramente de éxito es esta generosidad. Hay una creencia común en la gente exitosa: el mundo es abundante. Las personas que no tienen mucho éxito suelen pensar lo contrario. El concepto de abundancia es dar para multiplicar.

¿Qué podemos decir a quienes sienten miedo de aprovechar las oportunidades?
Uno tiene que confiar en sí mismo aunque el mundo no confíe en el. Todos tenemos cosas que aportar a los demás. Y es cierto que hay pocas personas que tienen la decisión suficiente para que, en el momento en el que se abre el espacio de la oportunidad, inmediatamente aprovecharlo en lugar de dejarse enredar por todo y bloquearse.

 Te agradezco mucho esta pregunta. Hay que ser cuidadoso con todas las cosas que escribes, no pretendo ser ejemplo de nada, pero sí buscar coherencia. Claro que hay veces que no puedo resistir la tentación de comer lo que no debería, por ejemplo. El punto está en que si te desplazas del objetivo, caigas en la cuenta sin culpa ni vergüenza. Así puedes ajustar sin problemas para hacerlo bien al día siguiente. Si me lo preguntas a mí, no busco la perfección, busco la coherencia.

Entrevista publicada en: https://www.emprendedores.es/