Familia Etxebarria-Martinez. Copreci

En 1996 Oier Etxebarria entró en Copreci muy convencido de que nunca sería un expatriado o desplazado,“lo tenía muy claro hasta que en 2002 me propusieron la idea de irme a China y acepté”. Ese mismo año pasó al Departamento de Ingeniería para formarse y adquirir conocimiento sobre el producto y maquinaria, un periodo que se alargó durante dos años. En marzo de 2004 se marchó a México, ya que el proyecto de China era muy parecido a otro que Copreci tenía en México. Tras una estancia de cuatro meses en el país norteamericano, volvió a Euskadi para posteriormente comenzar su aventura China.
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10/03/2011

Pero su historia es diferente, ya que su vida personal cambió desde que decidió adentrarse en el proyecto internacional. Salió de Aretxabaleta solo con la idea de servir al colectivo, pero en un periodo de cuatro años su vida personal sufrió una auténtica revolución: conoció a su actual mujer en México, se casó, tuvo familia en China y hoy día vive en Aretxabaleta, junto a su pareja Paloma, y sus hijos Maia y Siro.

Todo comenzó en su estancia en México, donde conoció a la mexicana Paloma Martínez, que también trabajaba para la cooperativa Copreci en Guadalajara. Con la perspectiva que da el paso de los años, ambos recuerdan como se conocieron y coinciden en que Iñigo Albizuri, tutor de Oier para su experiencia internacional, “ejerció de auténtico celestino”. Desde que Iñigo “forzó su encuentro” sus vidas se unieron, y ambos se embarcaron ‘conscientemente’ en la aventura China. Tanto Paloma como Oier recuerdan el trabajo de Iñigo como clave en la preparación para su estancia en China y a ambos les une una gran amistad con Albizuri. “Hoy día seguimos siendo muy buenos amigos, y en realidad además de aconsejarnos y ayudarnos para nuestra experiencia internacional, fue clave para que nos conociéramos”.

Cuatro años en China

Oier y Paloma estuvieron cuatro años en China. Oier llegó en julio de 2004 y estuvo hasta octubre de 2008, y Paloma del dos de octubre de 2004 hasta octubre de 2008. Ambos valoran muy positivamente su experiencia internacional. “Fue una experiencia fenomenal, muy buena”, aseguran. Para Paloma supuso un cambió enorme a nivel personal: “en lo personal diría que cambió mi forma de ser, yo era mucho más cerrada antes de viajar a China, donde pude abrirme a las amistades, a la gente. No teníamos otra posibilidad, tuvimos que abrirnos, relacionarnos con mucha gente, aprender un nuevo idioma, conocer un nuevo país…”. En general, casi todo fue positivo para Paloma.

En el caso de Oier, también fue una experiencia que le aportó muchísimas cosas. “En lo laboral fue una experiencia enriquecedora, y la vida en China fue muy buena. Tuvimos una vida de lujo, lejos de casa pero muy a gusto”. Y sin duda, también fue una experiencia enormemente enriquecedora para la pareja. “Nos hicimos como pareja, nos teníamos el uno al otro, y ese poso de convivencia perdura aún entre nosotros. Aprendimos muchísimo”.

Estancia en China y lazos de unión

Estando en China, la comunicación con Euskadi y con México era fluida. En lo laboral, el contacto era prácticamente diario con Copreci. “Pedíamos y hacíamos cosas que aquí eran difíciles de entender, teníamos la sensación de estar realizando chinadas, pero en general nos sentíamos acompañados, apoyados por Copreci”. En lo personal tampoco se sintieron en ningún momento ni desamparados ni olvidados. “En ningún momento tuvimos ese sentimiento de soledad, o de olvido, en ningún momento, y además tratábamos de forzar algunas situaciones, viajar, y generalmente llegábamos a acuerdos amigables con la empresa. Siempre acordábamos cosas junto a la empresa, y en beneficio propio y colectivo”.

Cambio de vida

Aún así, en estos momentos ni Oier ni Paloma se plantean salir en otra aventura internacional similar a la que ya han vivido. “No es el momento. Queremos educar a nuestros hijos aquí, ya que este es el lugar ideal para criar y educar a nuestros hijos”. Asegura Paloma que para ella sería muy difícil: “yo trato de adecuarme a este país, y sigo en un proceso de adaptación que no puedo cortar ahora. Para mi sería muy complicado, ya que en el exterior estás en una situación provisional, y sabes que en algún momento se va a acabar”. Con dos hijos y un proyecto de vida claro, no piensan en salir de nuevo.

Ante la pregunta de cómo valoran la vuelta a Euskadi y a la empresa de origen, Oier lo tiene claro. “En el tema laboral me llevé un pequeño disgusto. Es verdad que nunca me prometieron nada, y estando en China pregunté por mi futuro y los de recursos humanos me plantearon lo que la empresa pensaba al respecto, y en ese momento me llevé una pequeña decepción pero enseguida me mentalicé, y decidí volver a gusto. Lo que estoy haciendo hoy me gusta, tiene que ver con Copreci México y China, y estoy bien”.