La importancia de la competencia emocional en las personas de la Industria 4.0 

Sílvia Carreras, consultora en desarrollo de personas de LKS
La Industria 4.0, en la que la alta cualificación y la especialización técnica son claves, necesita que las personas que en ella trabajan sean el motor para que esa industria consiga ser innovadora, puntera y competitiva.
17/10/2018

Pero, ¿qué es lo que hace a una persona estar capacitada para ser motor de esa cuarta revolución digital? Que reúna las competencias técnicas y las habilidades que requieran su puesto, pero además que disponga de una competencia emocional que le permita ser creativa, tomar decisiones, hacer frente a los problemas, reconocer qué se puede cambiar y, también, aceptar aquello que no se pueda cambiar y relacionarse con los demás de un modo saludable.

Para ello, es imprescindible saber comprender y gestionar aquellas emociones con las que nos solemos relacionar en el día, como la frustración (cuando no se cumplen las expectativas marcadas), la presión (en situaciones de crisis), el enfado (cuando nos enfrentamos a situaciones injustas) o los propios miedos o preocupaciones.

Las personas motor de esta Industria 4.0 tienen que saber generarse curiosidad y saber generarse ilusión.

Cómo desarrollar la competencia emocional

Para que las personas de nuestras empresas consigan desarrollar su competencia emocional proponemos tres pasos importantes.

PASO 1: consciencia emocional

Tener la capacidad de identificar qué es lo que estoy sintiendo, para qué lo estoy sintiendo y por qué lo estoy sintiendo.

Desarrollar la consciencia emocional, permite evitar explosiones emocionales y reactivas cuando se desborda la emoción del enfado, pero también sacar toda la potencialidad a la creatividad cuando la curiosidad se despierta.

Para aumentar la consciencia emocional, debemos trabajar en 3 líneas de actuación: entender que las emociones forman parte de nuestro ser y repercuten constantemente en nuestro día a día, es decir, naturalizarlas; ponerles nombre, aprender a distinguirlas, aprendiendo para qué está cada una de las emociones, entender qué información me está dando respecto al entorno y poder así actuar en consecuencia; y desarrollar una conexión emocional en el aquí y ahora, que me permita ser consciente de lo que siento en cada momento.

PASO 2: gestión emocional

Tener una respuesta emocional coherente, sana y positiva.

Una gestión emocional adecuada, posibilita que no queden nudos emocionales ni conflictos latentes en las personas y/o en los equipos, pero también sacar todo la potencialidad y energía de los mismos.

Dos claves básicas facilitan esa gestión emocional: reciclaje emocional, para tener la capacidad de modelar la intensidad con la que se presenta la emoción; y gestión de la conducta, para hacer con las emociones algo que sea sano para mí, pero que a la vez sea ajustado a las necesidades del momento.

PASO 3: evaluación emocional

Hacer evaluación constante de cuáles son mis respuestas emocionales más comunes, evaluar tanto su intensidad como su pertinencia y revisar de un modo crítico mi forma de mirar la realidad.

Dos aspectos facilitan esta evaluación emocional en el día a día: tener planificado un espacio periódico, en el que evalúo cómo ha sido mi respuesta emocional en los episodios vividos; revisar de manera periódica de qué modo enfoco la realidad.

Por tanto, ayudemos a las personas de nuestras empresas a desarrollar su competencia emocional y veremos los resultados no sólo en el clima empresarial sino también en la cuenta de explotación.