Impacto sobre desarrollo sostenible (SDIM25): ¿Qué hay de nuevo?

Impacto sobre desarrollo sostenible (SDIM25): ¿Qué hay de nuevo?

Lander Beloki, decano de la Facultad de Empresariales de Mondragon Unibertsitatea
Septiembre convirtió a Nueva York en el centro del mundo. Por un lado, la Asamblea General de la ONU, cargada de tensión y marcada por un clima político bronco y polarizado.
30/10/2025

El genocidio que está perpetrando el ejército israelí en Gaza centró buena parte de los debates. Las intervenciones de Trump y Netanyahu dejaron clara la dureza del momento geopolítico que vivimos.

Al mismo tiempo, la ciudad acogía las llamadas Reuniones de Impacto sobre Desarrollo Sostenible 2025, SDIM25. Más de mil representantes de gobiernos, empresas, universidades y organizaciones sociales se reunieron allí. Este encuentro resulta como una especie de termómetro global: un espacio donde se ponen sobre la mesa los grandes miedos, pero también las oportunidades de futuro.

Dudas y oportunidades

Llama la atención cómo la inestabilidad política internacional está presente en casi todas las intervenciones. Se repite la idea de que vivimos en un mundo con alianzas frágiles, economías que cambian de rumbo de un día para otro y un multilateralismo que ya no tiene la fuerza de antes. Da la sensación de que cualquier chispa podría agravar tensiones entre potencias.

También queda claro el debate sobre la transición energética. La pregunta es simple pero enorme: ¿cómo garantizamos energía suficiente sin abandonar la lucha contra el cambio climático? Se habló de nuevas tecnologías y de cómo reforzar sistemas más resistentes. Un dato que impresiona especialmente: los problemas de salud derivados del clima podrían costar más de 1,5 billones de dólares en apenas 25 años.

“La sensación general es que todo está conectado: clima, economía, geopolítica, tecnología y empleo forman un mismo rompecabezas. Resolverlo no será fácil, pero queda claro que no hay solución sin cooperación y sin una mirada a largo plazo”

En cuanto a la tecnología, la inteligencia artificial fue protagonista. Todo el mundo reconoce su potencial, pero al mismo tiempo hay una falta enorme de estructuras que la hagan segura. Solo un 10% de las organizaciones tienen una gobernanza seria de la IA, y menos del 1% la usa de manera responsable de principio a fin. Es evidente que necesitamos reglas claras para que la innovación avance sin poner en riesgo la confianza social.

La parte económica tampoco trajo demasiado optimismo: el 72% de los economistas jefe consultados prevé un crecimiento bajo. Aun así, hubo un rayo de esperanza: las economías emergentes de Asia y África del Norte parecen ser las que tirarán del carro, aunque en los países desarrollados el escenario sea bastante más flojo.

Por último, un tema que parece clave es el del talento y el empleo. Muchas empresas industriales no encuentran perfiles cualificados, y el dato que más sorprende es que más del 40% de la Generación Z en este sector está pensando en dejar su trabajo en los próximos meses. Eso habla de una desconexión entre lo que ofrecen las empresas y lo que buscan los jóvenes.

Al final, la sensación general es que todo está conectado: clima, economía, geopolítica, tecnología y empleo forman un mismo rompecabezas. Resolverlo no será fácil, pero queda claro que no hay solución sin cooperación y sin una mirada a largo plazo.