
¿Es MONDRAGON antifrágil?
El progreso, especialmente en lo que concierne a los aspectos técnicos y organizativos, implanta habitualmente modelos enfilados al logro de la mayor eficiencia.
Al hacerlo, no es extraño que se descarten los escenarios con eventos alternativos de baja probabilidad, pues eso implica integrar complejidad y redundancia en los procesos de gestión, algo contrario a la rentabilidad perseguida. ¡Vamos, que se hace poco caso de la famosa ley de Murphy!
Sin embargo, cuando de repente se produce el apagón y la tostada de Murphy cae hacia abajo sobre la más costosa alfombra que podamos imaginar, nos viene a la mente la idea de que nuestras organizaciones harían bien en integrar la gestión del por si acaso.
Estas reflexiones ya las desarrolló Nassim Nicholas Taleb en su obra Antifragilidad. Un concepto para él diferente al de la fragilidad (donde el colapso se produce por la ingobernabilidad ante un evento no previsto) y al de la robustez (donde no hay colapso, pero tampoco se aprende, evoluciona ni mejora).
Lo antifrágil está estructurado para aprovechar los malos momentos, diluyendo el riesgo e integrando el aprendizaje de esas experiencias para fortalecerse y evolucionar.
"MONDRAGON, al apostar por la descentralización y la cooperación entre cooperativas, está construyendo capacidades que pueden considerarse antifrágiles frente a cambios tecnológicos, económicos o geopolíticos"
Organizaciones descentralizadas
En lo que concierne a las organizaciones, la antifragilidad se ha identificado con la descentralización, la diversificación y la adaptación, donde cada elemento opera con cierto nivel de autonomía. En lugar de centralizar todo el poder de decisión, cada unidad adapta su estrategia a las condiciones locales. El fracaso de un elemento no afecta necesariamente a todo el cuerpo. Todo ello requiere de un factor de interconexión y comunicación que trasplante rápidamente las mejores prácticas a toda la organización y que resuelva la intracompetencia.
Eso sí, también exige ceder un poco en la orientación tradicional hacia la eficencia, e integrar la redundancia del por si acaso, aunque suponga echar mano de algunos recursos adicionales.
Como creo que hubiera dicho el cantante Antonio Flores, “Pongamos que hablo de MONDRAGON”. Todo lo dicho hasta aquí sobre la antifragilidad, ¿no recuerda de algún modo a MONDRAGON? Me lo pregunto y lo pregunto, porque aún no estoy del todo seguro, aunque identifico buenos mimbres para lograr un MONDRAGON Antifrágil.
A lo largo de nuestra historia, mirándonos en el espejo de otro tipo de corporaciones, nos ha pesado que parte de nuestras fuerzas se hayan diluido por el entramado atomizado de nuestras cooperativas, con desarrollos paralelos, quizás de menor envergadura que la deseada, y con estrategias contradictorias. Pero, mira por dónde, según Taleb quizás no estábamos tan equivocados en nuestro caminar.
A fin de cuentas, los cisnes negros (otro término acuñado por Taleb) de nuestra historia reciente parecen mostrar que, si hemos logrado llegar hasta aquí, es probable que estemos también preparados para lo que tenga que venir.
Así que, como en el apagón, ¡a ponerse las pilas!