Caminos de cooperación

Caminos de cooperación

Javier Retegui, miembro de la Asociación ALE
El cooperativismo ha consagrado un modelo de empresa personalista que trasciende a los fundadores y se reinventa periódicamente con la irrupción de nuevas generaciones.
12/01/2017

El cooperativismo ha consagrado un modelo de empresa personalista que trasciende a los fundadores y se reinventa periódicamente con la irrupción de nuevas generaciones.

Si limitamos el cooperativismo al modelo de empresa, podemos afirmar que ha triunfado. Ni el propio Arizmendiarrieta soñaría con el desarrollo alcanzado. Pero si lo entendemos como un movimiento que utiliza la economía para la transformación social, está aún en sus primeros balbuceos. El cooperativismo se sustenta en el humanismo que trata de transformar la sociedad sobre la dignidad de la persona y que utiliza la cooperación como sistema de organización democrática. Señalaría el propio Arizmendiarrieta que se trata de: “…una revolución copernicana en el campo económico” donde “… la economía, de ser dominadora tiránica de la persona, pasa a ser su servidora”.

Las etapas del cooperativismo

La concepción amplia del cooperativismo se vivió intensamente en la primera etapa. Los cooperativistas generaron profundas transformaciones en las comunidades en las que se insertaban. Educación, cultura, investigación, sanidad y un largo listado de actividades, se fueron gestando bajo su impulso. Sus huellas son visibles en muchas comarcas.

Posteriormente, a principios de la década de los ‘90, las exigencias competitivas conducen a las cooperativas a replegarse. Se produce la modificación de la estructura sustentada en grupos comarcales, con compromiso territorial, transformándose en agrupaciones sectoriales, orientadas al mercado. Por otra parte, las actividades sociales, una vez recuperada la democracia, acaban siendo tuteladas por las administraciones públicas. En las cooperativas, replegadas en lo económico y recayendo las responsabilidades sociales en el ámbito público, se diluye el compromiso de transformación de la sociedad.

Arizmendiarrieta concibe el cooperativismo como “una avanzada social, un baluarte de justicia”. Señalaría: “No nos hagamos ilusión de vivir en nuestro pequeño mundo, olvidándonos de nuestra necesidad imperiosa de expansión, so pena de quedar bloqueados como artificiosas comunidades sin aliento”. Pretende que los cooperativistas sean un fermento muy activo de la acción social, para lo que señala que “no basta con reformar la empresa sobre base cooperativa, es preciso llegar a comprometer a la comunidad como tal en los problemas de su promoción”.

Arizmendiarrieta entiende el cooperativismo, “…como una tercera etapa después del capitalismo y del colectivismo, como fruto y síntesis de ambos, al mismo tiempo que superación”.

El reto de la cooperación

Actualmente, nos encontramos en una encrucijada; mientras que la economía es dominada por un capitalismo especulativo y apátrida, la sociedad cuenta con la población mejor preparada de la historia; ¿optamos por el dominio de una economía sin vinculación territorial? o ¿apostamos por una comunidad que asume las riendas económicas sin perder su identidad?

Si el diferencial competitivo estuvo antes en las economías de escala, hoy se encuentra en la diferenciación sustentada en la innovación y participación. El potencial humano y organizativo existente en la comunidad ofrece posibilidades insospechadas de desarrollo económico.

El reto de la transformación de la sociedad se encuentra hoy en la estructuración de una comunidad que trabaja solidariamente por su futuro, donde la empresa encuentra las claves de su eficiencia económica.

Se abren caminos de cooperación, entre capital-trabajo, entre empresas, entre empresas-instituciones y entre entidades públicas y privadas. Son ámbitos que nos puede ubicar en el concierto internacional. Un cooperativismo abierto tiene mucho que ofrecer y aprender en esta nueva aventura social. Sin menoscabo de las exigencias competitivas, volvamos la mirada a los acuciantes problemas de nuestra comunidad.